Y allí estaba yo, sentado en aquél taburete un tanto incómodo, miré para los lados, con mi granizado de horchata en aquella barra de la calle, el viento corría por mi cuerpo, mientras tú te paseabas por aquellas calles, esperando yo aquí sentado una respuesta de tus latidos, sabía que tú estabas allí y te buscaba cada mañana, cada tarde... Miré en frente y vi mi granizado apunto de agotarse, aquél pensamiento se desvaneció y seguí como siempre, triste por tu ausencia...